La muestra “Cocinar es recordar: saberes a la olla” se convirtió en un espacio oportuno y agradable para que las/os presentes nos detuviéramos por un rato de la vorágine diaria, y para que podamos pensar más allá de lo rutinario del acto de cocinar y comer. Nos invitó a reflexionar acerca de todos los sentidos sociales que rodean al complejo y rico mundo de la alimentación. Asimismo, el hecho de detenernos a pensar un poco más en profundidad, nos permitió que aparecieran preguntas como ¿quiénes cocinan la mayoría de las veces y por qué?, ¿de dónde sale esta receta que es tan espectacular?, ¿de dónde provienen los alimentos que consumimos?, ¿siempre comimos lo mismo?, ¿qué se comía antes?, ¿todos y todas tenemos acceso a una alimentación equilibrada y sana?, entre otras. Muchos interrogantes que funcionaron como disparadores para debatir en grupos, pero también para continuar la conversación dentro de las aulas.
Diversas propuestas interactivas y lúdicas invitaron a las y los visitantes a participar activamente de la muestra. En una de ellas había que destapar una olla de barro y usando los auriculares de un reproductor Mp3 se podía escuchar las historias que esa olla contaba. En otro juego donde se presentaba un mapa de América Latina y fotografías de alimentos sobre una mesa, se proponía el desafío de adivinar de qué país provenía cada alimento. Entonces, para ganar se debía pegar la foto sobre el mapa pero en el lugar correcto.
“Había otra parte que invitaba a lxs estudiantes a escribir sus “recetas queridas”. Eso se llenó de recetas, es impresionante ver cuánto saben sobre cocina, cómo observan a los más adultos cocinar, cómo aprenden y qué significados le otorgan a esas recetas, cómo se anudan con sus afectos y sentidos identitarios”, comentaron las coordinadoras de la muestra.
Por otro lado, en el mismo marco de la muestra se pudieron encontrar frases que sugerían reflexiones. “La comida es indisociable de las personas que la hacen, tienen la capacidad de comunicar y transmitir aspectos de nuestras identidades” o “Los sabores migraron memorias” eran algunas de las principales y más significativas.
Esta muestra nació a partir de una idea proyecto que se presentó dentro de una convocatoria de la Dirección de Promoción de Cultura Científica de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNLP. Pero asimismo estuvo acompañada por una ya larga y rica experiencia de aprendizaje colectivo dentro del taller optativo “Cocina y Antropología” del Liceo, que se lleva adelante desde el año 2022. Bajo algunas preguntas centrales como “¿Por qué son tan distintas las comidas de las diferentes culturas?, ¿La alimentación es sólo una cuestión biológica?, ¿Cómo sería un análisis social de la comida?, ¿Cómo se vincula la comida con lo político, lo identitario, la memoria y lo cultural?”, la actividad tuvo por objetivo que todas/os las/os visitantes pudiéramos indagar dentro de este territorio tan complejo y heterogéneo de la alimentación. Buena parte de esas preguntas habían aparecido en las ediciones del taller optativo, y fueron volcadas oportunamente a la muestra, que se materializaron en recetas, imágenes, juegos, nuevas preguntas, textos y audios.
Vale destacar que la propuesta que se llevó adelante se enmarca dentro del proyecto “Lo social en la cocina: entre recetas, afectos y memorias”, que fue parte de la convocatoria 2023 de cultura científica de la UNLP y que obtuvo el primer puesto dentro del orden de mérito en la categoría Exhibición.
“Cocinar es recordar: saberes a la olla” es parte de un gran trabajo colectivo, que contó con los aportes de muchas personas: María Ochoa (referente de la comunidad Marka Wasi Kolla); Susana Jalo (referente de la Asociación Siriana Ortodoxa de Beneficencia); Ingrid Jaschek (referente del Archivo Histórico “Prof. Zulma Totis”); Sebastián Zeoli (estudiante de antropología); Paulina, Paloma y Valentina que son egresadas del Liceo y que participaron del taller como estudiantes en los años 2022 y 2023; todas/os las/os estudiantes que realizaron el taller durante el corriente año. Asimismo, la muestra contó con la asesoría de Silvina Basile y Juan Velis. Además del equipo formal, las coordinadoras reconocieron también los aportes de Manuel Díaz (armado de la parte sonora), Silvina Court (diseño la cartelería), Antonio Zucherino, Felipe Carrizo y María Zeoli.